Cangrejos de ritmo
constante
devoran las huellas del
minuto
al compás de un andante
sin melodía ni acordes.
Penitentes de luz y de
sombras
caminan en el ángulo
muerto
de una verdad que se
esconde.
La nada no es el tiempo
que poco a poco se
acaba.
Un martinete cansino
pone su ritmo en la
fragua,
moldeando las manos del
tiempo.
Doce mil quinientos
seis,
trece mil cuarenta y
cuatro
de un tiempo posible.
Cada fracción cuenta.
Cada fracción canta.
El horizonte de añiles
parece cada día más
cercano.
Medrana cabalga al
trote,
embelesando el ritmo
sin pausa,
que va marcando el
tiempo
en la esfera sin sueño
de los relojes.
Ildefonso Gómez Sánchez.
Publicado en "Sorbos de Té" (2013) por "La Aventura de Escribir" (Nerja, Málaga)